Érase una vez un pequeño mapache. A este pequeño mapache lo vamos a llamar Tanugregorio. Pero él no es el motivo de esta historia. No realmente. No. Nuestra historia sí tiene que ver con mapaches, pero tenemos que encaminarla hacía los barrios del sur de la capital josefina
Sí, ese lugar místico y urbano del que mucho se escribe, pero poco se expresa. Muchas de las personas que escuchen esta historia negarán con firmeza que pueda succeder. Pero conste que quien lo haga estará negando los rasgos de realismo mágico que se encuentran en nuestra nación. Rasgos de los cuales se tienen pruebas sólidas en los libros de historia y en el día a día de las jefas de hogar que habitan las barriadas de las montañas.

Una noche fría de diciembre, cuando la sangre aún estaba fresca en los corredores de las casas, y el calor de una cena llena de improperios mecían la mente de los habitantes de los barrios del sur, los cielos tiraron una profecía…
¿Qué clase de profecía?. Pues una sencilla, llovería sangre. Llovería sangre por las calles. Ya pensarán algunas personas que es un cliché apocalíptico. Pero no. Realmente es menos denso de lo que piensan. UN día en el que hay sangre en vez de agua. Es todo. Pues sí está bien raro, pero peores catástrofes han presenciado los seres humanos.

En un gran árbol ubicado cerca de ese río hediondo que pasa por el Parque de la Paz, vive una familia de mapaches, pero no me refiero a esa basura de mamá papa bebé mapache. Esta no es una familia para ser justo. Es una comunidad de seres rabiosos con cientos de planes. Cientos de ojos y uñas afiladas. Quien aguante la rabia, gana el encuentro que no es encuentro sino la imposición de lo absurdo una vez más.

Un miércoles de Junio, no estaba pasando ni mierda. Solo quizás la primer gran pandemia del siglo 21 y una sobreventa de teclados para computadora. Nada más. Un mapache se come un pedazo de cartón de pizza. Se abre una birra. Nada más.
En los techos empezaron a oírse tumbos extraños por las noches. La gente empezó a sentirse bieeeeen fuckin tramada. Los perros ladraban, los gatos corrían, los niños reían viendo algún video en youtube. Otra historia. Otro momento.

Los mapaches lograron entender que ellos eran superiores, que la invasión venía de otro lado. Que la clave era la violencia. Bueno, al parecer esto fue lo que aprendieron de ver a los seres que comen chifrijo y ramen. Después del sur, se fueron al norte, al este, al oeste. Hacía otros países y hacía otras dimensiones. En algunas había armonía, en otras mucho despiche. Como aquella vez que nos quedamos tarde en aquel chante de aserrí tardísimo…ok ok…sorry sorry idiota… En algunas había armonía en otras había un puro despiche. Pero estos mapaches se cansaron de viajar tanto, eran tantos futuros posibles, tantas posibles derivaciones de los eventos, que tuvieron que elegir…y estos compas eligieron violencia. Sangre… a la brava…por mis huevotes… Mal jugado mapaches…por allá.

Era un jueves de mierda en los barrios del sur. Los mapaches volvieron a su base central. Salieron corriendo. Uñas afiladas, dientes para matar una vez.
En eso los suelos tronaron con fuerza, las nubes se pusieron rojas, el cliché apocalíptico terminó mandando el techo del centro comercial del sur para la picha y pasó lo que tenía que pasar.
Rayos de luz iluminaron en la frente a los mapaches. Empezaron a levitar por los cielos. Entre más iban subiendo más se iban inflando. Se empezaron a despedazar por dentro.
Miles de mapaches estallaron en los cielos. Empezó a llover sangre. Pedazos de venas, carne, vesícula e intestinos rompían con violencia las ventanas y cielos resquebradizos de las edificaciones y hogares. Llovían vísceras y sangre. Todo se pintó de una nueva capa de rojo. Aquí se camina y se baila en sangre.
SIEMPRE.

Tanugregorio se pasea por la calle 209 pensando en lo que pasaría si esa gasolinera de la esquina prende fuego. Qué pasaría si esos sacerdotes violadores finalmente son castrados y construyen una torre de edificios en el viejo convento. Qué pasaría si no hubiéramos recibido manotazos de misoginia en la cara tan constantemente. Qué pasaría si finalmente se queman las casas y construyen hogares.
Las patas de tanugregorio andan pisando la podredumbre de sus antecesores.
Hay mucha gente limpiando la calle. Hay mucha gente limpiando su casa. De ahora en adelante, una vez al año lloverá sangre y luego ya veremos qué…